domingo, 11 de diciembre de 2016

Alberto Ortiz de Zárate: Industria 4 - Empleo 0: ¿Hacia que sociedad vamos?

Artículo extraído de:
http://www.bez.es/772827829/Industria-Empleo-0-Hacia-que-sociedad-vamos.html

Según un optimista estudio de Ranstad, la digitalización en España creará 1.250.000 nuevos empleos en los próximos 5 años. “De esta cifra, 390.000 empleos serán STEM puros (Science, Technology, Engineering & Mathematics), 689.000 corresponden a empleos inducidos, y 168.000 empleos indirectos.


Los medios especializados lo anuncian a diario: la cuarta revolución industrial está al caer y va a cambiar radicalmente la manera en que producimos los bienes de consumo, gracias a la extensión de la robótica, la coordinación de la maquinaria, la suprema adaptabilidad de los lotes de productos y a otras maravillas. Y la revolución no se parará en las fábricas, sino que pretende una coordinación de todas las unidades productivas de la economía. Uno no sabe si reír o llorar.

¿Es una predicción verosímil? Bueno, nunca ha sido fácil adivinar qué nos depara el futuro. Los guionistas de Blade Runner se quedaron cortos al no prever que cada ciudadano portaría un teléfono móvil, mientras que se pasaron de optimistas al estimar que los automóviles volarían entre los rascacielos. En este caso, más que el beneficio de la duda, solicito una suspensión de la incredulidad mientras dure la lectura de este artículo.

Bienvenido sea el futuro. Promete librarnos de la mayor parte de las tareas productivas pesadas, repetitivas, deshumanizadas que aún desempeñamos. Permite cumplir el sueño de Bertrand Russell que, en los años 30, afirmaba que bastan 4 horas de trabajo diario para la producción de todos los bienes necesarios. Bienvenidas, bienvenidos a la sociedad del ocio.

¡Alto! Parece que los tiros no van por ahí. Randstad Research acaba de publicar su estudio “La digitalización: ¿crea o destruye empleos?”. Estima que la digitalización generará 1.250.000 empleos en los próximos 5 años. Según El País, “la digitalización destruirá puestos de trabajo pero generará todavía más con una demanda de 100.000 empleados que no se cubrirá”. (El énfasis es mío). He tenido ocasión de conversar con algunos apóstoles de esta cuarta revolución. Me sorprendió comprobar que, en líneas generales, comparten este análisis; esto es, confían en que se cree más empleo del que se destruya.

Sin embargo, cualquier persona que sepa las cuatro reglas lo dará por imposible. Cuando un empresario invierte mucho dinero en maquinaria es, siempre, porque confía en que hará más y mejor trabajo que un batallón de humanos. A cambio, al numerador llegarán tareas que antes no existían, nuevos puestos de trabajo. Trabajos, quizá, más interesantes. Trabajos, quizá, mejor remunerados. En conjunto, mucho menos trabajo.

La optimista predicción de Ranstad habla de 1.250.00 nuevos empleos en España en los próximos 5 años. “De esta cifra, 390.000 empleos serán STEM puros (Science, Technology, Engineering & Mathematics), 689.000 corresponden a empleos inducidos, y 168.000 serán empleos indirectos”. Muchos empleos me parecen, pero vamos a darlos por buenos. A la par desaparecerán empleos no tecnológicos. ¿Cuántos? Sólo sabemos que será un múltiplo de esa cifra. Elija usted mismo la cifra: ¿el doble, el triple o más? Un chiste fácil: “Industria 4.0 = Industria 4 - Empleo 0”.

Decrece el número de universitarios STEM

Entonces, ¿por qué tantos expertos prometen que se va a crear más empleo del que se destruye? Detrás de esta previsión, yace la escapista creencia de que España y sus socios occidentales serán los únicos preparados para liderar la cuarta revolución industrial. Esto es, se destruirá mucho trabajo, pero sobre todo en países lejanos; se creará también algo de empleo, pero casi todo será en occidente. Saldremos ganando, nos dicen.


En realidad, el estudio Ranstad no sólo no afirma lo que dice El País, sino que pinta un futuro bastante incierto. La cifra de 100.000 empleos no expresa el diferencial entre el empleo creado y el destruido, sino los puestos que no cubriríamos por carencia de personal cualificado. No tenemos las mejores universidades, no invertimos en I+D+i como debiéramos y el número de estudiantes universitarios STEM decrece a un ritmo cercano al 3,3% cada año. No somos un país orientado a ganar la batalla de las cualificaciones.

El escenario más probable sigue siendo que cada vez haya menos trabajo. Vuelvo al principio: demos la bienvenida a la sociedad del ocio. Que las máquinas nos liberen de la labor más gruesa y los seres humanos tengamos más tiempo para la familia, la creación, la relación, el conocimiento, las tareas domésticas, para el sosiego. El problema, entonces, debería ser reformulado en términos de reparto del trabajo y de reparto del ocio.

¿Qué vamos a hacer para que trabajemos y descansemos todas y todos? Reducir la jornada laboral no sería suficiente. Son muchos los sistemas del Estado que deberían configurarse en esta clave: casi todos. Al tiempo, son de esperar beneficios de todo orden, desde la salud al medio ambiente. ¿Estamos preparados para comenzar un debate en esta línea? ¿Qué líderes se vislumbran que puedan catalizar estas inquietudes?

La esperanza florece en los márgenes del sistema, donde algunos colectivos están comenzando a imaginar un futuro halagüeño. Un ejemplo: el colectivo Banatu Taldea, que se define así:

Banatu Taldea es un colectivo de Iruña que trabaja en torno a propuestas de reparto de los trabajos desde un punto de vista decrecentista. Apostamos por el buen vivir. Trabajar menos para trabajar todos y todas, para recuperar tiempo para otras esferas de nuestras vidas, para combatir el paro,...”.

Merece la pena que llevemos este debate a nuestros ámbitos cercanos y, de ahí, a los ámbitos de decisión superiores, hasta que lo veamos en los programas electorales. Lo que no podemos permitirnos es un futuro desigual, donde las personas trabajen demasiado o no trabajen nada, donde se trace una línea gruesa que separe a los integrados de los absolutamente excluidos.


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